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Mostrar seguridad con la postura de nuestro cuerpo

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El arte de la seducción afecta a todos los campos: el laboral, el amoroso, con los amigos, con la familia… Ser seductores y ser carismáticos, nos abrirá un montón de puertas. A veces oímos de los demás eso de “hay que ser uno mismo”, o “hay que ser natural”. Olvídate de esto, como ya he dicho, tenemos que ser la mejor versión de nosotros mismos que podamos. La especie humana es maleable, como la plastilina. Es cierto que dentro de unos límites puestos por la biología. Por tanto, debemos de dejar de “ser naturales”, y empezar a moldear nuestro carácter, nuestro trato con los demás, y también, nuestro lenguaje corporal. El cuidado del lenguaje corporal y de nuestros movimientos es un principio ideal para empezar a hacer de nosotros mismos la mejor versión que podamos. En este artículo, mostramos las claves para aprender a seducir con la postura de nuestro cuerpo.

La forma de andar en las distintas culturas

Los japoneses del mundo rural tienen un andar característico: andan un poco con las piernas separadas, con andares lentos y cargados, un tanto al modo que vemos andar a esos “cowboys” de las películas americanas. ¿Por qué andan así? ¿porque andan de forma “natural”? No existe una forma de andar natural, el echo de tener genes de raza japonesa no te hace andar así más que si tenemos genes de raza europea. Los japoneses han aprendido a andar así. Japón es un país muy montañoso, y los campesinos de las zonas tradicionales han terminado por andar con ese extraño lento paso y con piernas muy separadas, debido a que si, nosotros queremos cargar con 20 kilos de alfalfa montaña arriba, veremos que la forma más eficiente para subir esa montaña cargados así es separar las piernas y dar pasos cortos… Los japoneses han terminado por andar todo el rato como si cargasen con 20 kilos de alfalfa sobre sus espaldas montaña arriba… Esto demuestra que la forma de andar, nuestros movimientos, nuestro lenguaje corporal, es moldeable.

Imprimir sensación de fuerza con nuestros movimientos

Una importante lección de la seducción es aprender a movernos. Nuestros movimientos transmiten a los demás un montón de información sobre nuestra personalidad. Los machos más dominantes se mueven de forma distinta a aquellos hombres más sumisos.Mostrar seguridad con la postura de nuestro cuerpo La serotonina es una sustancia que genera el cerebro. Resulta, que en el mundo animal esta sustancia se usa como una forma de regular las relaciones de un determinado grupo social. Los machos más dominantes se comportan de forma un tanto más segura debido a que sus cerebros generan más serotonina: en cambio, los machos más sumisos tienen un cerebro que genera menos serotonina, y esto se termina por reflejar en los andares: los machos más dominantes andan con esa sensación de seguridad; los machos más sumisos andan con movimientos más erráticos, más encorvados, agachando la cabeza, con movimientos que pueden cambiar entre ser demasiado rápidos, o demasiado lentos, un tanto descoordinado todo.

Y aunque pueda parecer increíble, en la especie humana la cultura nos puede hacer modificar las tasas de nuestro cerebro de generación de serotonina. En el fondo, llevo experimentando conmigo mismo cerca de 10 años… De echo, voy a narrar mi experiencia en un libro, que espero publicar en unos meses… Se podría llamar “de friki a seductor”. Pero podemos ir aquí adelantando algunos datos de este espectacular estudio. Yo he pasado de ser sumiso a ser dominante, aunque tengo que decir, que es un proceso aún no concluido, entre otras cosas, porque por el medio se metió una larga y dolorosa depresión… Espero que en cuatro meses termina ya mi “estudio”… y me habré transmutado completamente desde sumiso a dominante…

Las claves para mostrar seguridad con nuestro cuerpo

Por supuesto, este camino puede ser seguido por cualquiera. Tenemos que tener en cuenta que la generación de serotonina de nuestro cerebro puede variar: si nos empezamos a comportar como machos dominantes, el cerebro empieza a generar más serotonina. Y si lo hacemos durante un tiempo, entonces este nivel extra de generación de serotonina por nuestro cerebro se convierte en permanente, subiendo escalas en la jerarquía de la dominancia humana.

Y una de las mejores formas de obtener este supercerebro que genera serotonina suficiente para llegar a ser un macho dominante, es empezar a cambiar nuestros movimientos. Imaginémonos por ejemplo como camina por la calle una persona tímida y sumisa: con las manos en los bolsos, un tanto encorvado, como el jorobado de Notre Damm; con pasos errantes, un tanto torpes; con la mirada en el suelo; con la cabeza agachada; sin mirar a nadie a los ojos; y cuando se para por el motivo que sea, es aún peor: se encorva más, se mete las manos en los bolsos más profundamente, sigue sin mirar a nadie, tiene miedo cuando algún transeúnte va a pasar cerca de él… se encoge y hace movimientos nerviosos.

Puede parecer increíble, pero si empezamos a combatir estas actitudes, si empezamos a andar con estilo, con seguridad, por ejemplo, esto tiene una repercusión inmediata en nuestro cerebro: empieza a generar serotonina y empezamos a ser más dominantes… Por tanto, tenemos que empezar por combatir esta forma errante y sumisa de movernos. Por ejemplo, yo ahora soy capaz de ir mirando a la cara absolutamente todos los transeúntes con los que me encuentro, e incluso puedo mantenerle la mirada en caso de que el me mire también, y no quitarla incluso durante un minuto (lo que es una señal de agresividad… le estoy diciendo: “yo soy el macho aquí, debes de tener cuidado…”; y si le mantengo la mirada a una mujer, es señal de interés sexual por la misma) Pero es que, durante este proceso, yo siento cómo en mi cerebro empieza a fluir unas dosis extras de serotonina… sientes que te hierven las entrañas… Es un buen ejemplo de cómo nuestros movimientos pueden cambiar nuestra personalidad.

Las claves para cultivar un lenguaje corporal poderoso

1. Caminar derecho, esto cuesta, porque cuando eres tímido, sientes que tienes que ir agachado…

2. Mirar hacia a delante, y mirar a la cara de la gente cuando te cruces con ella. Mantén las miradas.

3. Se puede andar rápido o lento, pero no cambies el ritmo así como así, como en una buena melodía, hay que cuidar que el ritmo sea siempre el mismo.

4. Los movimientos lentos y delicados son típicos de personas dominantes, los movimientos bruscos y rápidos son típicos de personas sumisas. En la comedia española podemos ver que las personas nobles se mueven con movimientos relajados y suaves; y sus sirvientes, con movimientos rápidos y agitados. Los movimientos suaves son símbolo de nobleza. Aunque esto no está reñido con algunos movimientos que transmitan fuerza en algunas ocasiones, por ejemplo, cuando nos encaramos a otro hombre con el que tenemos problemas, o simplemente, cuando tenemos prisa. En este último caso, nuestros movimientos serán rápidos, pero tienen que estar cuidados igual, un poco, podemos imitar la marcha militar de los solados alemanes. De echo, la forma de andar de los países de centro y norte de Europa, está muy influida por las marchas militares (recordemos que ha sido una zona terriblemente azotada por guerras hasta hace poco) Y esto transmite una gran sensación de fuerza. No tenemos más que ver la gran imagen que tenemos de los alemanes, con su andar seguro y un tanto paramilitar.

5. Cuando te pares para hablar con alguien, estate tranquilo y relajado. Debes de perder para siempre todos los tics, como parpadear en exceso, o tocarse las mangas de la chaqueta. Mira a los ojos ¾ partes del tiempo que hables. Unos 10 segundos miramos a los ojos, apartamos la mirada, y volvemos tras 3 segundos, a mirar a los ojos. Estate muy tranquilo, juega con las miradas, frunce el ceño en ocasiones de forma un tanto juguetona, juega con el volumen de tu voz, pon el tono de voz más grave que puedas y habla fuerte, eso es señal de dominancia… (a mi, me ha ocurrido en la discoteca que me han llegado a oír frases enteras desde la otra punta de la misma…con la música a todo volumen)

6. Cuando estamos parado, nos mostramos muy firmes, muy tranquilos, como si no tuviésemos prisa. Nada de transmitir nervios. Movemos mucho las manos, pero con movimientos delicados. Mostramos la palma de las manos (es señal de liderazgo, hay tenemos a todos los líderes de secta, de pies frente a sus víctimas, con los brazos extendidos y las palmas de las manos abiertas hacia adelante…) en nuestras gesticulaciones. Juega con la posición del cuerpo, no estés todo el rato tieso, apóyate sobre tus caderas, y balancéalas un tanto… es una fuerte señal de dominancia, y cuando lo hagas, sentirás que tu cerebro empieza a hervir con tanta serotonina…

7. Las manos, nunca en los bolsos, o bien gesticulando con ellas, con movimientos delicados, o bien apoyadas suavemente en la zona de nuestras pantorrillas o de nuestras caderas. Por supuesto, si estamos andando, las manos harán de contrapeso. A mi me costó horrores aprender a andar con las dos manos fuera de los bolsillos… porque nuestro cerebro nos dice: “eres sumiso, métete las manos en los bolsillos…” Tenemos que luchar contra esa tiranía, y empezar a movernos transmitiendo sensación de fuerza, de seguridad, en definitiva, de dominancia.

Con todo, el secreto para volver a moldear nuestros movimientos es visualizarlos, observar como lo hacemos, e intentar pulir nuestros fallos, hasta que nos empecemos a gustar a nosotros mismos.


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